https://i0.wp.com/www.aurorafundacion.org/local/cache-vignettes/L662xH468/arton839-817ac.jpgUn caso de esos que «se pierden» en la memoria.

En la España de finales de los 80, en plena «democracia» del GAL (grupo parapolicial que ejerció Terrorismo de Estado a cuenta del Ministerio de Interior español de la época) y bajo la presidencia de Felipe Gonzalez (El que hoy en día se va pavoneando como un garante de democracia y DDHH), se destapa un aberrante caso de experimentación con humanos que dejó entre 700 y 1200 muertos, sobre todo mendigos, toxicómanos y moradores de zonas rurales, que eran secuestrados a cargo de los servicios secretos españoles del CESIC (el antiguo CNI) para poder utilizar los experimentos en perpetuar su guerra sucia. Otro caso de cloacas del Estado en el que nadie pagó por los crímenes cometidos.

Os dejo con un par de artículos al respecto por si queréis hacer una investigación del caso en mayor  profundidad.

Operacion Mengele: los servicios secretos españoles experimentaron con mendigos bajo la democracia

ToruroKracia | 12 Junio 2013

El Centro Superior de Información de la Defensa (CESID) fue una agencia de inteligencia española que estuvo en funcionamiento desde 1977 hasta 2002, cuando fue reemplazada por el actual Centro Nacional de Inteligencia.

Antiguo emblema de los servicios secretos españoles

«Nuestro servicio de inteligencia llegó a cometer en sus inicios actos inenarrables. Como la Operación Mengele, un experimento macabro en el que científicos pagados por el gobierno español experimentaron técnicas de control mental sin ningún tipo de límites ni escrúpulos. Las víctimas eran vagabundos, mendigos, personas a las que, si desaparecían, nadie iba a reclamar. Les abrían el cráneo para introducirles un chip. Cómo no, fue una operación sin resultados pero con muchas muertes y extrañas desapariciones». (Declaraciones de Manuel Carballal, autor de Los expedientes secretos del CESID)

Este macabro testimonio fue corroborado en parte por el catedrático de derecho constitucional de la Universidad de Santiago de Compostela, Carlos Ruiz Miguel en una mesa redonda durante una conferencia organizada por el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) de España (antiguo CESID), según relata el diario http://www.teinteresa.es en un artículo titulado  Expertos en inteligencia hablan de limitación a los derechos fundamentales
(…) Así mismo también hay un caso histórico que prueba que los servicios de inteligencia violaron el artículo 15, del derecho a la integridad física. El catedrático ha recordado la ‘operación Mengele’ en los 90, en la que el antiguo CESID (Centro Superior de Información de la Defensa) utilizó a mendigos para inyectarles sustancias. “No parece que estas cosas se hagan ahora”, aclara.(…)

Emblema del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) antiguo CESID

En un blog de la web de información española llamada  http://blogs.periodistadigital.com/politicamenteacorrecto  se publicó un articulo titulado Mendigos de Madrid para Mengele, que trascribo a continuación

 

El gobierno secuestraba mendigos como cobayas

Recientemente Ana Botella se metió en uno de esos jardines que encantan a sus opositores, llenos de peras con peras y manzanas con manzanas. Europa Press daba así sus declaraciones:
La delegada de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Madrid, Ana Botella, ha señalado los «60 puntos donde pernoctan más de 200 personas» en la calle como una «dificultad añadida» para mantener la limpieza del distrito Centro, que se unen a las acciones de los graffiteros y su «revaloración artística» de la ciudad y el especial entramado urbano de la zona, con vías estrechas y de gran intensidad circulatoria.
Lógico en el país del fariseísmo, saltaron como alimoches todos los que llevan desde 1986 -15 años- buscando infructuosamente carroña. Por añadidura, todos los que cuando oyen el nombre de Aznar sufren ataques a lo niña del exorcista. La simpar Mª Teresa Fdez. De la Vega alcanzó las cumbres del zapaterismo con una frase inmarcesible:
Ahora hasta, fíjese, en Madrid atacan a los mendigos.

Que un señor durmiendo en la calle, o coches en las aceras, o botellones varios, son una «dificultad añadida» para limpiar, es una obviedad tan grande que los aspavientos solo se entienden buscando votos en el telediario. Más aún cuando toda una vicepresidenta primera del gobierno contesta a una concejala de ayuntamiento. Además se camufla así el verdadero problema del Ayuntamiento de Madrid, cada día más socialista, que lleva 10 meses sin pagar los servicios de limpieza.

Operación Mengele en cifras: Unas 2200 personas sometidas a experimentación, de las que fallecieron alrededor de 1200, personas pobres y en su mayoría de medios rurales. Lo denunció la Conferencia Episcopal, lo denunció la Fiscalia General del Estado, entidades y ciudadanos. La AVISE (Asociación de Victimas de Irregularidades en la Sanidad y en la Experimentación) estima la cifra de muertos entre 700 y 1.200 personas.

Y de fondo, ahí quedan, los sin-casa, los mendigos de Madrid.
Simultáneamente Manuel Cerdán, un veterano del periodismo especializado en la lucha anti-terrorista, presentaba también en Madrid su libro «El informe Jano», «resultado de una frustración, de la impotencia del periodista que se mueve entre hechos que no se pueden desvelar». Una historia novelada donde, casualmente, los mendigos vuelven a ser protagonistas.
En 1996, con el primer gobierno del post-felipismo, Julio Anguita, a la sazón coordinador general de IU, escribió una carta abierta al presidente José María Aznar. La prometida regeneración quedaba en agua de borrajas y la derecha del PP demostraba una vez más que en cuanto tocan moqueta son exactamente iguales que el PSOE. Anguita le reprochaba a Aznar su proyecto de ley de Secretos Oficiales y la negativa a entregar a la Justicia los papeles del Cesid. Razones de Estado, lealtad institucional y demás gaitas eran argüidos por el gobierno Aznar como justificación al encubrimiento de crímenes de Estado. De este modo, la mayoría de los asesinatos de los GAL quedarían para siempre en el limbo jurídico.
Don Julio Anguita se retiró con su modesta jubilación de profesor (renunció a la pensión como diputado), apestado para una casta que llamaba a su integridad «locura», pero respetado por los españoles que recuerdan aquel Quijote y su caballo de guiñol, Soberano. Hoy, del «programa, programa, programa» hemos pasado al «como sea, me la suda, como sea», y en las filas socialistas muchos suspiran porque Felipe González y sus amigos de Prisa hagan algo.
Entre los papeles del Cesid que exigía Anguita en el 96 estaba el informe Jano, de la inteligencia española. Daba cuenta de la denominada Operación Shuto, posteriormente rebautizada Operación Mengele. En 1988 el gobierno de Felipe González secuestraba mendigos en Madrid, en la Plaza 2 de Mayo, y experimentaba con ellos nuevas drogas buscando una anestesia que le permitiera raptar a José Antonio Urruticoechea, conocido como Josu Ternera, en Bayona. A alguno le rompieron la cara y terminó en el hospital, pero al menos uno de los cobayas humanos resultó asesinado por los efectos de la droga y se abrieron diligencias previas en la Audiencia Nacional. Se les fue la mano. Las dosis para un zamarro como Josu Ternera no eran extrapolables a un chaval mal alimentado que vive en la calle. El dossier super secreto que se redactó sobre aquellos hechos se llamó «Informe Jano». Por supuesto enterraron el caso y los asesinos quedaron impunes. El libro de Cerdán comienza con una carta de uno de los agentes que participó en el secuestro dirigida a la madre del chico para explicarle la verdadera historia de la muerte de su hijo.
Al cruzar el límite
Como en aquella película de Gene Hackman, las implicaciones del complejo de dios iban todavía más lejos. El que asociaciones como AVISE llaman «Doctor Mengele» del gobierno era Diego Figuera Aymerich, cardiólogo, codirector de la Clínica Puerta de Hierro de Madrid, a las órdenes del general Alonso Manglano. El coronel Juan Alberto Perote, ex jefe de la Agrupación Operativa de Misiones Especiales (AOME) del CESID (que fue encarcelado por difundir precisamente documentos del Cesid), expresa así la situación:
Manglano hacia lo que le decían Serra y González.
Eduardo Calvo es un empresario inmobiliario, fundador de la Asociación de Víctimas de Negligencias Sanitarias y víctima del doctor Diego Figuera. Acusa al que llama «doctorMengele» del Cesid de la muerte de más de setecientas personas por la implantación de unas válvulas cardíacas de su invención «que nunca funcionaron». La investigación estuvo paralizada hasta el año 1999 y finalmente la causa fue sobreseída a petición de la Fiscalía General. Ni siquiera un Recurso de Amparo ante el Tribunal Constitucional (pdf) arrojó resultados.
El caso de los experimentos con humanos y las llamadas «válvulas de la muerte» explotó en 1981:
Cientos de cadáveres a los que se les extrajo las meninges de su cabeza sin permiso de nadie, se supone que a ninguna persona se la ayudo a morir para extraer las meninges de sus cerebros, que después se convertirían en válvulas cardíacas vendidas por una empresa privada, propiedad de los Drs. Diego Figuera Ayimerih, del jefe de servicio de experimentación de la Clínica Puerta de Hierro, José Luis Castillo-Olivares Ramos, y de su esposa.
Según las estadísticas oficiales en los dos primeros años fallecieron el 75 % de los experimentados. La cifra final solo la conoce la Inspección Nacional de Farmacia y el Ministerio de Sanidad. Nunca se hizo pública y se ocultó incluso a los tribunales de justicia. Unas 2200 personas sometidas a experimentación, de las que fallecieron alrededor de 1200, personas pobres y en su mayoría de medios rurales. Lo denunció la Conferencia Episcopal, lo denunció la Fiscalia General del Estado, entidades y ciudadanos.La AVISE (Asociación de Victimas de Irregularidades en la Sanidad y en la Experimentación) estima la cifra de muertos entre 700 y 1.200 personas.
Por su parte, el doctor José Luis del Castillo-Olivares Ramos, como Catedrático Emérito de Cirugía de la Universidad Autónoma de Madrid, tuvo a bien dejar una explicación escrita de su trabajo.
Si preguntan por ahí, ahora que el doctor Figuera Aymerich está muerto (q e p d), les dirán que entró en la historia de la medicina. Fue el JEFE, así, con mayúsculas, «un reconocimiento al liderazgo y la excelencia de un ser superior». Y Felipe González un defensor de los Derechos Humanos, protector de mendigos. A Leire Pajín no le pregunten, dice que era algo «pequeñita» uó uó uó. No como Ana Botella, facha, malísima, nunca mais peras con manzanas y no a la guerra si es de Aznar.

PS: De acuerdo que esto de resucitar los GAL tiene toda la pinta de montaje entre los amigos Pedrojota y Zapatero, socios para frenar a González en la operación Solana. Rabiosa actualidad en la COPE de Buruaga, 6 años dando la matraca del 11-M y ahora Pedrojota les resucita los GAL. Pero, qué quieren, uno es débil y con los mendigos lo tenía a huevo.

Al margen de estas informaciones proporcionadas por medios de comunicación comerciales, dos de los periódicos mas importantes de España como son los periódicos El País y El Mundo se hicieron eco de la macabra operación Mengele en sus páginas.

El País publicó varios artículos, algunos con títulos bastante elocuentes como «El juez Garzón imputa a un coronel del Cesid en la Operación Mengele El agente se acogió a la Ley de Secretos» o «El Tribunal Supremo se niega a dar al juez Garzón un documento que alude supuestamente al uso de mendigos como cobayas». El periodico El Mundo publicó varios artículos con titulos como «El juez Garzón dicta el sobreseimiento del caso ‘operación Mengele'»

 

El «Doctor Mengele», médico del CESID y GAL, usó cobayas humanas y asesinó por cuenta del Gobierno

Artículos Robados – NODO50 | ¿16 Enero 2004? | Miguel Bueno

 

Figuera experimentó en mendigos, previamentemente secuestrados por Servicios Secretos

El cardiólogo Diego Figuera, que fue codirector de la Clínica Puerta de Hierro, en Madrid, conocido como el «Doctor Mengele», quien experimentó, en colaboración con el CESID, con mendigos (al menos tres murieron) es, según el empresario inmobiliario Eduardo Calvo uno de los fundadores de la Asociación de Víctimas de Negligencias Sanitarias, AVNS, el responsable de la muerte de más de setecientas personas por la implantación de unas válvulas cardiacas de su «invención que nunca funcionaron». La investigación de los juzgados de la Audiencia Nacional estuvo paralizada hasta el año 1999 y, hace algunos meses, la causa contra él fue «sobreseída» a petición de la Fiscalía General.

Lleva diecinueve años denunciando el experimento clínico al que fue sometido, junto a las cientos de personas más, al implantársele en el corazón una válvula ineficaz y dañina que tuvieron que reemplazarle más tarde para salvar su vida. Según Calvo, el cardiólogo Diego Figuera fue siempre conocido como Doctor Mengele, quien preparó un anestésico para emplear en los secuestros de mercenarios de los GAL a petición del CESID.

No me cupo ninguna duda y tenía los datos suficientes para afirmarlo. Oí en la radio, no lo olvidaré nunca, el 17 de septiembre, a las siete y cuarto de la mañana, la noticia de la experimentación con mendigos. Yo conocía la relación del doctor Figuera con el general Manglano y los asocié inmediatamente. Figuera ha estado más de veinte años experimentando con pacientes, sin importarle la vida de las personas, y cuando me llamaron por teléfono para confirmármelo, una hora después, cualquier duda que hubiera podido tener quedó resuelta. Era Diego Figuera sin duda alguna. La ausencia de las dudas iniciales de Calvo la explica por el conocimiento previo que tenía de las relaciones de Figuera con el recientemente condenado Manglano. Me lo habían contado hace años. Yo conocía al que fue Subdirector Nacional de Sanidad, José Luis López Vilas, al doctor Ramón Guaitá, Inspector Nacional de Sanidad, y después asesor del Defensor del Pueblo, cuando era comandante; un hombre muy recto; había hablado muchas veces con el Director General del Insalud, José Luis Izaguirre. Esas ansias de poder y de relacionarse con el poder, eran características de Diego Figuera.

Eduardo Calvo, 48 años, ha denunciado reiteradamente las irregularidades cometidas por el doctor Figuera; es un superviviente del implante de la válvula inventada por Figuera, a la que bautizó como Xenofic, una bioprótesis valvular cardiaca de pericardio bovino, tan imperfecta que, al no dejar pasar el flujo sanguíneo completo, produce una dilatación espectacular del corazón. Los obturadores se rompen, encharcando los pulmones del paciente que moría con vómitos de sangre si no se la sustituían a tiempo. Después de la experiencia, junto a otros afectados, fundó la Asociación, en abril de 1985. Eduardo Calvo es autor de distintas patentes sobre técnicas hidráulicas, lucha contra incendios y riego por aspersión a cuya difusión estuvo dedicado.

 

 

Como no me fiaba, envié un informe al juez Garzón. En octubre y diciembre de hace dos años, oí el bulo de que a Diego Figuera le había dado un infarto y que estaba ingresado en Puerta de Hierro, que al salir le dio una hemiplejia, y, la verdad, no me creí nada; efectivamente, confirmé que era todo mentira. Sólo era una medida preventiva para que no le marearan. Incluso, prepararon una habitación con su nombre en la puerta, y un guardia de seguridad fuera. Estuvo un día y se fue a casa. El diez de marzo, ya pasadas las once de la mañana, fui a ver al oficial que llevaba el caso; en el juzgado me confirman también que Figuera era el famoso «Doctor Mengele». Al ver una foto que mostré, me indicaron que era ya mucho mayor, y me aseguraron que había testificado en la Audiencia Nacional.

El doctor Figuera, o el Ángel de la Muerte, muy acostumbrado desde hace años a contactos con periodistas, en ésta como en otras ocasiones, no respondió a llamadas que realizamos a su domicilio para contrastar su versión, resultando imposible hablar con él. En la Audiencia Nacional, el sumario que se ocupa del caso es de asesinato de Ramón Oñaederra, miembro de ETA, el 19 de diciembre del año 1983, en la ciudad francesa de Bayona. El periódico El Mundo desveló, a partir de la documentación incautada en la celda del coronel Juan Antonio Perote, ex jefe de la Agrupación Operativa de Misiones Especiales (AOME) en el CESID, grupo dedicado a las tareas sucias del espionaje español, los detalles de la denominada Operación Shuto, rebautizada después como Operación Mengele por asociación a Joseph Mengele (el Ángel de la Muerte), médico-jefe del campo de concentración en Auschwitz, que experimentaba con los detenidos la tesis sobre la higiene racial de los nazis; en este caso, todos los preparativos realizados en Madrid en 1988, tenían el objeto de secuestrar en Bayona a José Antonio Urruticoechea, más conocido por Josu Ternera. A él iba destinada la anestesia brindada a Manglano por su amigo el médico.

Experimentan con dos mendigos que encontraron en los alrededores de la plaza Dos de Mayo, en Madrid. De los dos primeros secuestrados, a uno le rompen la nariz de un puñetazo al resistirse, dejándolo tirado cerca de un centro asistencial; al otro, víctima de los efectos de la anestesia de Diego Figuera, el Doctor Mengele del CESID, le dejan en una zona próxima al barrio de Tetuán. El tercer cobaya humano, también un mendigo, murió por la anestesia del Doctor Mengele y, para cubrir las apariencias, incoaron Diligencias Previas en la Audiencia Nacional que, con el tiempo, dejó sobreseído el caso.

Inventor español en España

En 1979, Diego Figuera era presidente del Consejo de Administración de la sociedad anónima Implantes Médicos, empresa fundada para desarrollar, distribuir y vender los inventos patentados por él mismo, pretendiendo que fuera su pasaporte de entrada en la historia de la medicina española. Recibió subvenciones de veinte millones de pesetas cada año, desde el año 1972 hasta 1979 y, como único resultado, sólo presentó dos bioprótesis valvulares cardiacas, a las que él denominaría Durafic y Xenofic.

De Durafic se fabricaron quinientas, las hacían con membranas extraídas del encéfalo de cadáveres. Una vez implantadas en los pacientes se rompían los anclajes y la muerte era inevitable si no se reintervenía con urgencia y se sustituía a tiempo.

De Xenofic vendieron 1.200 bioprótesis. A los dos años fracasaba la válvula en todos los casos y había que volver a operar para su sustitución sin alternativa posible. Los responsables del servicio de Cirugía Cardiovascular de la Ciudad Sanitaria de Zaragoza denunciaron en 1983 en la Revista Española de Cardiología su negativa experiencia en el uso del invento, concluyendo que es una prótesis inaceptable. El juez Alberto Jorge Barreiro expuso en un Auto, fechado en marzo de 1986, que el proceder de los querellados (Figuera y socios), no es irreprochable desde el punto de vista social, ya que a la vista de lo avanzado y delicado del producto a vender, debieron restringir el ámbito de su difusión a un número reducido de pacientes y, una vez probada a pequeña escala, propagarla con garantías en un ámbito más amplio; de ahí que su actuación, incluso no siendo punible, no puede tampoco estimarse como la más adecuada desde un prisma ético-social; así como que, la conducta de los querellados que expendieron las válvulas, no puede conceptuarse como la más idónea para la salud del ciudadano. Hoy, el juez Barreiro está en la Sección decimoquinta de la Audiencia Provincial, en Madrid, que juzgó a Manglano. La aventura financiada por otros, sufrida también por otros de los que Diego Figuera, miembro de la Real Academia de Medicina, llama invenciones, terminaría en septiembre de 1982. En el año 1984 , muy tarde ya, el Insalud avisó de la necesidad de inmovilizar todas las partidas de válvulas por el riesgo grave en su utilización. Figuera, ex director del Servicio de Cirugía en la clínica Puerta de Hierro, no dejaba de descalificar a sus adversarios con los términos más duros y los argumentos más demagógicos. Hablaba de campaña difamatoria contra mi persona, con trasfondo político, o de la interpretación malévola del Director General de Farmacia (El País, marzo 1985); denunciando (sic) mala intención y peculiar manera de investigar del Subdirector General de Inspección (El País, 14 de diciembre de 1980); o reconvenía a las centrales sindicales, según decía el 19 de marzo de 1978, que se aprovechan para calumniar y menospreciar a los que hacen cuanto pueden para el desarrollo de la investigación en España y reducir las gravosas importaciones.

Todo para un balance de muertos, que Eduardo Calvo estima en más de setecientos. Diego Figuera es autor de dos libros, Transplante renal (1972) y El transplante cardiaco – Dificultades en España, y coautor de Arterioesclerosis. Figuera tiene presencia pública como miembro de la Real Academia de Medicina y, además, es presidente de honor de su Junta Directiva, miembro del Comité Senior de la Sociedad Española de Investigaciones Quirúrgicas, e integrante del Consejo Editorial de Revista Española de Cardiología editada por la Sociedad Española de Cardiología.

Para cubrir apariencias, incoan unas «Diligencias Previas» en la Audiencia Nacional; y, con el tiempo, el «caso» fue sobreseído y, por supuesto, archivado

Según Eduardo Calvo, Diego Figuera, el «Doctor Mengele» o el «Ángel de la Muerte», es el responsable del crimen de setecientas personas, muchas de ellos mendigos.

FUENTE: http://www.nodo50.org/eltransito/articulosrobados/mengele2.htm

 

 

Soziedad Alhokolika – «operacion Mengele»

No paran de criticar,
de si estarán bien o mal
métodos que usamos
para experimentar efectos secundarios
reacciones y demás
que causan los productos
que solemos fabricar.
Todo esto es para que usted viva mejor
pero encima nuestro
existen esas malditas organizaciones
preocupadas por que no se les cause dolor
a los animalitos.
Hemos encontrado una buena solución
respaldada por el estado
ya que no está bien
no lo haremos más con los animales.
Ahora vamos a usar un material mejor,
pobres y subnormales.
Los resultados serán fiables 100%
y ahorraremos mogollón
en sueldos sociales.