Con motivo del reciente fallecimiento de la rapera Gata Cattana, una compañera de IPV ha querido compartir un pequeño recuerdo a su memoria.

Hace unos días una amiga me comentó que había muerto una cantante de rap con sólo 26 años. En ese momento no caí en quien podría ser y aunque el nombre me sonaba mucho, era incapaz de acordarme.

Ayer en las redes, otro amigo colgó la noticia añadiendo que tuvo la suerte de haberla conocido en persona.  Leí el artículo y al ver su foto seguí sin reconocerla, pero había algo en su mirada que me resultaba muy familiar.  Se me vino a la cabeza una jovencita que conocí hace casi cinco años en nuestro “Dando  la chapa” Parecían sus ojos, pero estaba claro: no podía ser ella porque los ángeles no deben morir.

Esta mañana se confirmaba gracias a un escrito de un colega al que sigo porque siempre que escribe es arte (con tu permiso, Dani):

«Me acuerdo de aquella noche (cinco años atrás) en la que unos amigos organizaron un festival de rap en una casa okupa. En un descanso, un grupo de amigos nos sentamos en las escaleras de la entrada cuando se acercó una muchacha que había acudido sola, se llamaba Ana y era cordobesa, nos dijo que estaba en Madrid estudiando y no conocía a gente de ese entorno. La invitamos a que se sentara con nosotros. Al principio parecía algo cortada pero poco a poco se fue animando y empezó a improvisar rimas de rap (personalmente pienso que era poesía pura). Enseguida nos dejó a todos los presentes alucinados. Todos insistimos a que subiera al escenario para que lo hiciera con un micro y una buena base. Lo hizo y el éxito fue arrollador… Como dice un buen amigo, estoy seguro de que ese día le dimos un gran empujón de confianza para que se dedicara de una manera más profesional, ella parecía aun más sorprendida por nuestra reacción y hasta la aconsejamos con su nombre artístico, ya que todavía ni había pensado en ello… De hecho otros artistas que acudieron a ese evento hablaron con ella y la pidieron colaborar en sus proyectos… Pues lo consiguió, se hizo un hueco y nombre importante en el mundo del rap con solo 26 años. Grabó varios trabajos y estaba a punto de lanzar su primer disco. Se llamaba Gata Cattana. Una tremenda pena. Descansa en paz, Ana»

Pues sí. Se confirmaba. Esa mirada de gata, clara (y no por su color azul) y directa, no podía ser de otra persona. Esa mirada que dice que ya no era la niña con coletas que recordábamos, esa que se subió al escenario y nos  impactó con esa apariencia tan dulce y esa lengua que actuaba como eso: una catana cortando cabezas muy bien cortadas, sino que había madurado y vivido tanto como para cortar la cabeza del mismísimo Freud.

Hemos recordado muchas veces ese momento y siempre me he preguntado qué habría sido de ella y siento profundamente que alguien que tenía tantas cosas que contar y que tenía el don de contarlas tan bien, acabe tan pronto su camino.

Hoy conozco que estaba llegando lejos. Hoy sé que su camino en este plano ha acabado.  Hoy puedo decir que unos cuantos tuvimos el gran privilegio de verla subir por primera vez a un escenario, derrochando  arte, poesía, lucha y sonrisas.

Ella se lo tomó como una oportunidad y un regalo, sin ser consciente que el regalo lo estábamos recibiendo todos los allí presentes.

Gracias Ana, estés donde estés y vayas donde vayas, buen viaje.

Marisa