Secuela del galardonado documental Comprar, tirar, comprar que se centra en las graves consecuencias ambientales generadas por el negocio de la obsolescencia programada.
RTVE.es | 1 Junio 2014 | Documentos TV
- El documental aborda el tráfico y reciclaje ilegal de residuos electrónicos
- En los países desarrollados generamos 50 millones de toneladas anuales
- El 75% desaparece del circuito oficial de reciclaje y se exporta ilegalmente
Un negocio tóxico a escala global
Documentos TV estrena el domingo 1 de junio La tragedia electrónica, un documental coproducido por TVE con el que Dannoritzer trata de cerrar el círculo iniciado con el galardonado Comprar, tirar, comprar, centrando esta vez su investigación en los residuos electrónicos que generamos, su reciclaje ilegal y su tráfico desde Europa y EE.UU hasta vertederos de Ghana y China.
Los países desarrollados producen hasta 50 millones de toneladas de residuos electrónicos
Cada año, en los países desarrollados se producen hasta 50 millones de toneladas de residuos electrónicos, el 75% de los cuales desaparece de los circuitos oficiales de reciclaje. Su destino habitual son vertederos africanos o asiáticos donde contaminan el agua, la tierra y el aire y envenenan a miles de personas. Un dato que no debería extrañarnos que siguiera creciendo, ya que, solo en 2013, se vendieron 50 millones de televisores de pantalla plana, 300 millones de ordenadores y 2.000 millones de teléfonos móviles y smartphones en todo el mundo.
Retorno a Agbogbloshie
La tragedia electrónica arranca en el vertedero Agbogbloshie, en Ghana, uno de los escenarios visualmente más impactantes de Comprar tirar comprar, y con uno de los personajes que más llamaron la atención de los espectadores aquel enero de 2011: el periodista ambiental Mike Anane, al que conocimos realizando un inventario de algunos de los residuos que llegaban a su país para averiguar cuáles fueron sus propietarios en origen.
Se calcula que el tráfico ilegal de esta basura electrónica mueve ya más dinero que el negocio de la droga
Cosima Dannoritzer elige este escenario como punto de partida de La tragedia electrónica, aclarándonos que tres años después la situación no ha mejorado, sino todo todo lo contrario. La cantidad de residuos electrónicos que llegan a África se ha duplicado en los últimos tiempos y se calcula que el tráfico ilegal de esta basura mueve ya más dinero que el negocio de la droga.
Un documental con vocación internacional
La secuela de Comprar, tirar, comprar inicia en Ghana un viaje de investigación por Europa, China, África y EEUU, poniendo en tela de juicio la debilidad del sistema europeo de reciclaje, la ausencia de compromiso legal en EE.UU, país que no firmó la convención de Basilea, que prohibe la exportación de residuos; denunciando la existencia de ciudades chinas literalmente inundadas de residuos reciclados sin ningún tipo de respeto por el Medioambiente o la salud, y evidenciando la incapacidad de las autoridades portuarias europeas y asiáticas para controlar el gigantesco volumen de basura electrónica que cruza los mares a diario.
El documental también alerta de las consecuencias para la seguridad que conlleva la aparición en el mercado de microprocesadores reciclados ilegalmente en Asia y que son utilizados en tecnología estratégica y decisiva en nuestra vida diaria, como el transporte o la electromedicina.
La tragedia electrónica, que ha sido coproducida por grandes cadenas de televisión, como ARTE, TVE o Al Jazeera, se verá en todo el mundo.
El rodaje en España
El documental habla de un problema a escala global pero también nos muestra el funcionamiento de los circuitos de reciclaje oficiales en entornos locales.
Parte de su metraje ha sido rodado en España, donde el equipo encabezado por Dannoritzer ha acompañado a Belén Ramos, responsable de Medioambiente de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) en la realización de un estudio de seguimiento de residuos electrónicos para averiguar su destino final.
Solo el 25% de ellos terminaron procesados en plantas autorizadas. El resto acabó en chatarrerías, descampados o almacenes. Eso sí, ninguno de los elementos de la muestra salió del país.
El papel del consumidor
Visto el volumen de residuos, la falta de recursos para controlar su tráfico y la ineficacia de algunas leyes, La tragedia electrónica concluye el relato apelando a la responsabilidad del consumidor que, consciente de lo que le pasa a un producto cuando acaba su vida útil, quizá debería redefinir su papel; utilizando sus aparatos durante más tiempo antes de que el planeta se convierta en un enorme vertedero con una larga y tóxica vida por delante.
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