Os dejamos hoy con un excelente artículo que hemos encontrado en el blog «¿Es posible la paz?» acerca de la manoseada «primavera árabe», los supuestos «dictadores» que se intentan derrocar, y la actitud de la cara visible de la izquierda y los seguidistas sin pensamiento crítico en estas invasiones «por la democracia».
Buena parte de la izquierda política y cultural no suele ser capaz de soportar la presión que ejerce el poder económico a través de sus medios de comunicación, de sus intelectuales y también a través de sus organizaciones humanitarias, para aceptar que se dé la guerra, que se apruebe la guerra que ellos quieren provocar. A esta se la llamará ayuda o socorro humanitario, pero es en definitiva la pura y dura violencia de la guerra. La guerra no con fines humanitarios como se dice, sino con fines claramente económicos. El poder fomenta la guerra porque le reporta enormes beneficios y, además, elimina a sus enemigos o rivales.
No es fácil soportar esta presión, que es enorme, es más cómodo ceder. De otro modo puedes verte expuesto a ser descalificado como «amigo de dictadores», aunque aquí el término dictador suele ser usado de forma gratuita como un modo de denigrar a alguien, aunque luego no suela haber ninguna evidencia que lo demuestre, o si la hay se ve que este «dictador» fue creado o ayudado por nuestros propios dirigentes, que resulta que son más dictadores que a quienes tratan de descalificar. Por tanto, cuando hablemos de dictadores hablemos con más rigor y no vayamos a buscar en casa
ajena lo que ya tenemos en la nuestra. Un ejemplo, ni Muamar Gadafi, ni Bashar Al-Assad era o es dictador, aceptaban las decisiones de su propia gente. Este último se sometió a un proceso electoral que Occidente no quiso ver, gobernando ahora en una coalición. La nueva Constitución propuesta por el presidente sirio fue aprobada con un 89,4 % de voto favorable, la Constitución española de 1978 tuvo un apoyo algo menor. Sadam Hussein puede que lo fuese, pero fue impulsado y apoyado por nuestros dirigentes occidentales con un claro objetivo: combatir a su vecino Irán que ya no controlaban. Pero nunca fue perseguido por ello, sino por dejar de obedecer a los mayores tiranos, que quieren gobernar el mundo, los que tenemos en nuestras ciudades. Perseguido por desobedecer y por aumentar la calidad de vida de su país, Irak, todo sea dicho. Un dictador peculiar, aquí Franco nunca hizo tal cosa. Así, basta con que toda la batería de medios de comunicación, que prácticamente todos pertenecen o son controlados por el poder económico, comiencen la campaña de propaganda, para que la gente ya este condicionada y engañada. Y en este ambiente pocos se atreverán a contradecir tal campaña de forma pública, aunque sepan que estos medios están mintiendo claramente, que están contando las cosas parcialmente, o incluso que quieren ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.


Esta actuación de la izquierda ante estas situaciones ya la discutí en varios artículos, entre ellos:La izquierda, la crisis y la justificación del colonialismo por motivos humanitarios(5.) y El mal ejemplo de Democracy Now! y de la izquierda.(6.) En realidad, tambien la izquierda seguía el discurso que le marcaban los mismos medios de comunicación corporativos, que son los portavoces del mundo económico; medios que falsificaban y falsifican de las formas más descaradas los sucesos de Libia o de Siria. Sobre esto les expongo estos tres informes clarificadores: Los medios de comunicación y la guerra en Libia,(7.) Los medios de comunicación corporativos y la guerra contra Siria(8.) y Justificando la barbarie contra Libia.(9.)