Hoy estrenamos una nueva sección en el Blog. Aportaciones de compañeros que han querido colaborar con nosotros, y su manera de hacerlo ha sido mediante un artículo para el Blog. De igual forma, os volvemos a animar a colaborar de la manera que os salga… https://informacionporlaverdad.wordpress.com/colabora-desde-el-carino/
¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
Podríamos remontarnos a tiempos muy remotos para explicar qué es, y cuándo surge, lo que hoy conocemos como Estado del Bienestar. Sin embargo, por falta de espacio, simplemente mencionaremos que se trata de un tipo de organización social en la que el Estado provee ciertos servicios, o garantías sociales, a la totalidad de los habitantes de un país, siendo importante recordar, no obstante, que si hemos llegado a “disfrutar” de algo semejante, por lo menos en ciertos países, no ha sido debido a la benevolencia de nuestros gobernantes, sino a la dura lucha y al esfuerzo de los más desfavorecidos, quienes, alterando –o amenazando- con alterar la Paz Social, han logrado conquistar ciertos derechos y servicios sociales básicos para todos, entre los que cabe citar una educación pública, el derecho a la asistencia sanitaria, la protección a los desempleados, un sistema de pensiones, etc.
Dicho Estado del Bienestar llegó a España muy tardíamente, entre los años setenta y ochenta[1], y es por ello que está menos desarrollado que el de otras naciones de la UE, entre las que cabe citar a Gran Bretaña, Francia, Holanda, Bélgica, Alemania, Austria y los países nórdicos. Derivado de ello, es más vulnerable que el de los mencionados países. Por otro lado, la llegada a España de este modelo social, coincidió con el inicio de su desmantelamiento en ciertos países, a causa de la ofensiva neoliberal capitaneada por Thatcher y Reagan. Pero, ¿por qué empezó a desmantelarse el Estado del Bienestar?
La explicación, o buena parte de ella, es bien sencilla. Al acabar la Segunda Guerra Mundial, con una población agotada por la guerra, y seguramente “harta” del modelo socioeconómico que la había provocado, las simpatías de la población hacia el modelo comunista eran demasiado elevadas para el gusto de las élites económicas. Una serie de medidas de reactivación económica, entre las que cabe destacar el famoso Plan Marshall, así como una brutal campaña difamatoria contra los comunistas en general, limitaron sobremanera su poder. Pero, lo que fue determinante sin duda, a la hora de conseguir este objetivo, fue la puesta en práctica de lo que hoy conocemos como Estado del Bienestar, contribuyendo al surgimiento/fortalecimiento de una amplia clase media, y arrebatando así a los comunistas buena parte de su discurso, relegándoles a una posición minoritaria en los principales parlamentos de Europa Occidental.
Claro que, una vez caído el muro de Berlín -e incluso un poco antes-, cuando la Unión Soviética empezó a dar muestras de agotamiento, empezó a carecer de sentido continuar con la farsa. El Estado del Bienestar, o capitalismo de “rostro humano”, pudo empezar a dar paso –o regresar, sería más apropiado decir-, a cotas de derechos sociales propias del Siglo XIX; lo que se conoce como ley de hierro de los salarios[2].
A su vez, ante la emergencia hoy en día de nuevas potencias, en concreto el BRIC (Brasil, Rusia, India y China), y el ansia de las élites económicas occidentales por mantener –o aún incrementar- sus beneficios, dicho Estado del Bienestar se antoja a todas luces cada vez más insostenible. Así, en un contexto global de polarización cada vez mayor entre clases sociales, y de aparición de nuevos competidores por los recursos del planeta, junto con un Estado del Bienestar mucho más vulnerable que el de nuestros homólogos del centro y el norte de Europa, se encuentra la realidad de España.
Por un lado, tendremos la lógica reacción negativa de parte de la población a perder unos derechos, tan necesarios como duramente conseguidos. Y, por otro, las ansias de las élites de mantener sus beneficios, o aún incrementarlos. El problema es que ambas son incompatibles, por naturaleza. Además, está el hecho de que el actual modelo económico capitalista es insostenible, de aplicarse por igual en todos los países. Vivimos en un planeta finito donde no todos podemos vivir como el Sultán de Brunei, por poner un ejemplo. Y habiendo privilegiados, habrá siempre desfavorecidos que aspiren a dejar de serlo. Por ello, el conflicto social, en el mundo, y en España más específicamente, se presenta como algo inevitable, si no tomamos las medidas oportunas inmediatamente.
No hay que olvidar, además, el hecho de que los desfavorecidos –y los que están en riesgo de serlo- somos mayoría, y que los poderosos tratarán, por cualquier método a su alcance, de dividirnos para evitar que, unidos, podamos construir una sociedad más justa y razonable, en la que ellos, sin duda, habrían de renunciar a buena parte de sus privilegios para que toda la población pudiera disfrutar de niveles aceptables de bienestar.
A modo de síntesis, gracias al último informe de Naciones Unidas sabemos que, apenas un 1% de la población mundial controla el 40% de los recursos, mientras el 50% de la población “debe” conformarse con tan sólo un 1% (The Guardian, 6-10-2006). Asimismo sabemos que, según afirma Duncan Green, jefe de investigaciones de Oxfam, 800 millones de personas (1/6 de la población mundial, el equivalente a toda Europa) se van a la cama hambrientas cada noche. Y, en lo que a nosotros respecta, un 25,5% de españoles se encuentra en riesgo de pobreza, según Eurostat; y aumentando (Público, 8-2-2012). Si tenemos en cuenta, además, que la desigualdad en el planeta, en general, aumenta sin parar desde mediados de los años 80 según la OECD (“casualmente” coincidiendo con el inicio el desmantelamiento del Estado del Bienestar y el inicio del fin del bloque soviético) y que, de acuerdo a ciertos estudios, hay una relación causal directa entre desigualdad económica y fenómenos como la tasa de homicidios o los índices de salud mental (Wilkinson y Pickett, 2009), es fácil darse cuenta de que estamos sentados sobre un barril de pólvora. La pregunta es, ¿seremos capaces de dejar de jugar con fuego sobre dicho barril?
[1] Al igual que a Grecia, Portugal y, en menor medida, a Italia, formando estos cuatro países lo que se conoce como modelo mediterráneo del Estado del Bienestar (Sapir, A. 2005).
[2] Decir que el Estado del Bienestar es el “rostro humano” del capitalismo no sería del todo exacto. Para empezar, tan humano es el capitalismo como cualquier otro sistema construido por humanos. Y, más importante, es importante tener en cuenta que dicho “rostro humano”, presentado como alternativa a la “escasez” reinante en el modelo comunista, estaba basada –y aún sigue estándolo-, en el cruel y despiadado robo de recursos al llamado Tercer Mundo.
Por otro lado, la ley de hierro de los salarios es una teoría económica clásica que afirma que los salarios tienden, de forma “natural», hacia un nivel mínimo, que corresponde a las necesidades mínimas de subsistencia de los trabajadores.
Pierre Nandinsky
Hay teorias que intentan justificar lo injustificable, y es que un grupo reducido se quiere apropiar de toda la riqueza dejando sin recursos, envueltos en guerras, etc al resto. Pero ojo, esto también se hizo en Rusia o en otros paises comunistas. Tods dan algo a cambio (educación, industrialización, consumo) per al final los elitistas se quieren quedar con todo. Sólo un gobierno desde abajo puede contrarrestras esta tendencia inhumana. Democracia asamblearia por profesiones o actividades podria ser un nuevo modelo politico, en lo conómico: el sistema que tenemos pero hecho racional y quitando el hiperconsumisomo. TOdo pasa por derrotar a los oligarcas y vigilar a los que acaparan recursos.
Nos encontramos en un sistema donde se nos “educa” con la frase de la “competitividad es el camino”, el neoliberalismo en el que nos encontramos defiende a ultranza que sobrevive “mejor” el más fuerte, el más capaz, el más formado, en definitiva el que ha tenido y aprovechado su oportunidad de estudiar y formarse para ser capaz de “defenderse” mejor en este sistema.
Se inculca que el camino es la formación y la educación, pero no con el fin de conocer y aprender, de hecho se elige una carrera profesional (aquellos que pueden permitirse elegir) una carrera que sea lo más rentable posible, incluso si con esto se mata la creatividad y el arte en alguna persona que lo tenía de forma innata y que jamás conoceremos excepto ciertas “pinceladas” que nos regale.
Esto a la larga fomenta el individualismo, se entierra la solidaridad ya que se “entiende” que aquellos/as que han logrado una carrera universitaria les ha costado un esfuerzo económico y personal que les otorga jerarquía sobre el resto, les otorga un estatus superior por esos conocimientos. Otra cosa sería estudiar y conocer algo que realmente nos guste desde niños/as, algo que tengamos libertad de elegir sin importar si en el futuro sea o no “rentable”, así dejaríamos de perder en el camino tantas cosas: ser realmente el mejor en tu profesión, ser solidario enseñando lo que sabes y trabajando para la comunidad y no para un patrón – empresa transnacional donde sólo eres un número más y no una persona más, no perder en esencia nuestra libertad.
De ahí que cuando somos “universitarios formados” nos importa poco lo que ocurre en el mundo, como la cifra que destaca en este artículo, 800 millones de seres humanos que duermen hambrientos cada día, es como si eso primero le sucediese a “entes” diferentes a nosotros/as, como si eso ocurriese tan lejos que asumimos que ocurre en otro planeta distinto al nuestro, lo asumimos con tanta naturalidad en el telediario como si fuese otra sección más de noticias entre las secciones del tiempo, la farándula y el deporte. La pregunta es si fuésemos capaces de dejar así, como aquellos 800 millones de personas, dejar dormir hambriento a alguien de nuestro entorno más cercano como una familiar ó amigo/a, a lo mejor haríamos algo para ayudarle de alguna manera para que no duerma tan hambriento día sí y día también; a lo mejor lo haríamos, entonces ¿qué hace tan diferentes a esas “otras” personas de nosotros y nosotras?.
Pero no hay que mirar tan lejos para hacernos esa pregunta, de hecho el otro día en la empresa para la cual trabajo, una transnacional más de informática y telecomunicaciones de las que abundan en este plantea, al bajar a fumar a las afueras del edificio vi algo que te deja pensando y mucho. A las afueras del edificio han montado unos ceniceros muy bonitos, 6 en total, en forma de pedestal y con arena para facilitar el apagado de los cigarrillos de los empleados y empleadas de la transnacional; a veces los cigarrillos los apagan a medio terminar por las prisas de volver al trabajo y los dejan allí en los ceniceros chulísimos de la entrada, muy bien clavados en la arena de estos. Todos los días suelen acercarse a estos ceniceros personas desechadas por la sociedad, gente que vive en las calles, mendigos, en busca de esas colillas dejadas a medio terminar; la gente de “raza superior” que trabaja en la empresa se aparta, unos casi con un acto reflejo y otros incluyendo un mal gesto en el rostro al verlos acercarse a los ceniceros para dejarles coger esas colillas. Nadie en lo absoluto les ofrece uno de sus cigarrillos, aún con el paquete en la mano, en algunos casos incluso dentro de estuches de cuero muy bien decorados, ya ni hablar de si alguien les dejase su paquete de cigarrillos con los que en ese momento tuviese; nadie lo hace. Estas personas desechadas por el sistema recogen de prisa esas colillas porque saben que en pocos minutos salen los guardias de seguridad del edificio para alejarlos del lugar, para que no “molesten” a los seres de “raza superior” para que disfruten “a gusto” su cigarrillo, supongo que dentro de esta educación neoliberal que nos han inculcado pensamos que se lo tienen merecido por no haber estudiado, por haber aprovechado su oportunidad que “siempre” otorga la sociedad.
La pregunta es ¿realmente estas personas tuvieron esa oportunidad? A lo mejor de haberla tenido podrían ser incluso mejores profesionales que nosotros y nosotras, pero aún más ¿Qué hace a estas personas tan diferentes a nosotros y nosotras? ¿Acaso tiene sólo un ojo o sólo una pierna que los convierte en una clase de subhumano ó una especie de ser que no se puede considerar un ser humano como tal? A lo mejor sus flatulencias que despiden son más rancias que los nuestras, pero lo dudo, porque para que sean rancias deben estar nuestros intestinos “cargados” y estas personas que puede que coman un día sí y otro no puede que esa “carga” intestinal sea mínima; así que ni por esas flatulencias se les puede achacar ser diferentes a nosotros/as.
Lo cierto es que estas acciones, que las vemos todos los días en diferentes ámbitos en nuestra muy bien “estructurada” sociedad, reflejan nuestras fétidas flatulencias, tan fétidas que no provocan vómito sino más bien tristeza en el corazón, porque se tratan de nuestras flatulencias del alma, de flatulencias de falta de solidaridad con el ser humano.
Aún así, sigo confiando en el ser humano, que de a poco nos iremos “curando” de estas flatulencias, que seremos consientes que la sociedad somos todos y todas, y que mientras no cambiemos nosotros y nosotras nunca podremos cambiar las cosas por las que reclamamos en los campos económico, político y social.
Flatulencias del alma, quizás sea la peor polución que afecta al mundo mundial…
«Flatulencias del alma»… excelente reflexión, Alex, a la que añado «La Cultura no es tu amiga» de Terence Mckenna:
Que clase de civilización es esta en la que 6 billones de personas tratan de autocomplacerse mientras pisan los hombros y patean los dientes de los demás? No es una situación placentera, y sin embargo, podemos apartarnos y ver el mundo y darnos cuenta de que tenemos el dinero, el poder, el conocimiento médico, la técnica científica, el AMOR y la comunidad para crear un paraíso verdadero. Pero estamos lidereados por los peores, los menos inteligentes, los menos nobles, los menos visionarios, simplemente los peores y no peleamos una resistencia contra los valores inhumanos que nos son vendidos como iconos para el control de las masas.
No es algo en lo que quisiera profundizar demasiado, porque esto es una lectura en sí. Pero la cultura NO es tu amiga.La cultura es para la conveniencia de otras personas y la conveniencia de diversas instituciones, iglesias, compañías, esquemas de recaudación de impuestos, etcétera. NO es tu amiga. Te insulta, te rebaja, te usa y abusa de ti. Nosotros no somos bien tratados por la cultura. Y aún así gloríficamos todo el potencial creativo del individuo, los derechos del individuo, entendemos la importancia de la propia experiencia, por eso lo mas importante es saber que la cultura es una perversión: Fetichiza objetos, crea manía consumista, predica infinitas formas de falsa felicidad, infinitas formas de falso entendimiento y realización, disfrazadas de religiones redundantes y cultos patéticos. Invita a las personas a rebajarse y deshumanizarse actuando como máquinas. Procesos tras procesos, recién salidos de Madison Avenue y Hollywood.
-¿Como nos defendemos?
«¿Como nos defendemos?» Buena pregunta.
-¿Hacia donde nos dirigen estas falsas organizaciones?
Misma pregunta que «como nos defendemos». Creo que creando Arte. Arte.
Nosotros no estamos en este mundo para revolvernos en el lodo. Y si Dios nos puso en este mundo para revolvernos en el lodo, entonces no quiero tener nada que ver con El. Sería como un demonio enfermo. Algún tipo de demiurgo canibilistico que debiera ser renunciado y rechazado. Pero si presionamos el pedal artístico hasta el fondo, creo que maximizamos nuestro
lado humano y nos volvemos mucho mas innecesarios e incomprensibles para las máquinas.
Gracias por los comentarios a todos.
Un abrazo.
Todo muy bonito ( en serio, estoy de acerdo con CASI todo), pero… subhumanos por tener solo una pierna… creo que has metido la pata.