¿Cual es uno de los mayores negocios del mundo junto el petróleo, expoliación de recursos naturales, etc..? Ni mas ni menos que el sector que «sana» nuestra salud, la industria farmaceutica. De este sector se ha construido un inmenso negocio a escala global, de tal modo que se piensa en el beneficio que puede tener un nuevo tratamiento antes que en las personas que pueda llegar a curar. Por lógica y por humanidad estareis de acuerdo en que debería ser al contrario: crear una cura para una enfermedad aunque sea para un sector bajo de la población debería de estar por encima del dinero invertido. Partiendo de la base de que todos los medicamentos que se crean son por que tienen un alto beneficio de rentas, da que pensar, cada vez mas enfermedades, mas vacunas, etc…eso si con su respectiva cura a buen precio.
¿Quien maneja esas curas? ¿A quien le interesa más que a nadie que haya enfermos?…
En fin, ahí les dejamos con información, testimonios, etc…de farmaceuticos que se dieron cuenta en su día que no se puede tener la doble moral de trabajar por el bien de la gente y llenarse los bolsillos.
No se lo pierdan.
¿Que es la industria farmaceutica?
La industria farmacéutica es un sector empresarial dedicado a la fabricación, preparación y comercialización de productos químicos medicinales para el tratamiento y también la prevención de las enfermedades, lo cual reporta niveles de lucro económico altos. Algunas empresas del sector fabrican productos químicos farmacéuticos a granel (producción primaria), y todas ellas los preparan para su uso médico mediante métodos conocidos colectivamente como producción secundaria. Entre los procesos de producción secundaria, altamente automatizados, se encuentran la fabricación de fármacos dosificados, como pastillas, cápsulas o sobres para administración oral, soluciones para inyección, óvulos y supositorios.
Están sujetos a una variedad de leyes y reglamentos con respecto a las patentes, las pruebas y la comercialización de los fármacos. La industria farmacéutica es actualmente uno de los sectores empresariales más rentables e influyentes del mundo, lo cual produce al mismo tiempo elogios por sus contribuciones a la salud, y controversias por sus políticas de marketing y campañas para influir en los gobiernos, con el fin de aumentar los precios, extender sus patentes y con ello sus beneficios empresariales. Siendo acusadas por sus críticos de promoción de enfermedades, en algunos casos, al contribuir supuestamente a medicalizar los problemas derivados del modo de vida actual, al llamar la atención sobre condiciones o enfermedades frecuentemente inofensivas con objeto de incrementar la venta de medicamentos.
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Un documental de Julián Alterini.
La industria farmacéutica, encargada de la producción y comercialización de medicamentos, es uno de los sectores económicos más importantes del mundo. La Fortune 500 list – la lista de las 500 mayores empresas del mundo – indicaba en 2002 que el volumen de beneficios de las 10 mayores farmacéuticas superaba los beneficios acumulados de las otras 490 empresas de la lista.
En 2004, las ganancias de una sola compañía, Pfizer, fueron de 11.000 millones de dólares. Más recientemente, en el último cuatrimestre de 2009, Novartis, responsable entre otras de la producción de la vacuna contra la gripe A, ha generado unos beneficios que superan en un 54% los del mismo periodo del año anterior. Estos datos muestran a un sector estratégico, con un gran volumen de ganancias que le permiten gozar de extraordinarias cuotas de poder.
El desarrollo de un nuevo fármaco es un proceso largo y muy costoso, estimado en 300-600 millones de dólares [1]. De las moléculas investigadas, una ínfima proporción llegará al mercado. A partir del momento en que la patente sea aceptada la compañía contará con 20 años de exclusividad en los que intentará recuperar el dinero invertido. Aún así, amortizar el gasto de desarrollo y producción de un nuevo medicamento es una tarea complicada por la intensa competitividad del mercado. Esto explicaría los altos precios de venta. Sin embargo, las cifras presupuestarias de las empresas farmacéuticas sugieren algo distinto. Mientras que la investigación y el desarrollo de fármacos recibe alrededor de un 13% del presupuesto, la parcela dedicada a marketing se sitúa entre un 30 y un 35% del presupuesto anual [2]. Por tanto, se gasta más del doble en promocionar un medicamento que en su descubrimiento y desarrollo.
Los medicamentos nuevos pueden ser de dos tipos: las ‘nuevas entidades moleculares’ o los conocidos como ‘me too’ (yo también), que son aquellos que ya tienen en el mercado equivalentes químicamente casi idénticos. Estos últimos son los que más proliferan porque son los más rentables. Por un lado, el riesgo es menor porque ya se tiene la referencia del consumo de otros fármacos parecidos y se colonizan mercados previamente establecidos. Por otro, la normativa que regula los ensayos clínicos es lo suficientemente permisiva como para que cualquier producto que demuestre ser mejor que un placebo, pueda ser comercializado. La producción de estos medicamentos que no aportan nuevas funciones es la contribución más importante del sector farmacéutico: asciende a aproximadamente un 75% de los medicamentos aprobados anualmente[2].
El argumento fundamental que esgrime la industria con respecto a la producción de medicamentos ‘me too’ es la mejora de los tratamientos existentes. Sin embargo, hay datos que apuntan lo contrario. Desde 2000 hasta 2006, 441 fármacos ‘me too’ fueron aprobados para su comercialización pero tan sólo 44 (10%) significaron una mejora en el tratamiento [3]. Por tanto, el éxito de ventas de los nuevos productos depende enteramente de una intensa labor de promoción. Un ejemplo de lo anterior es la familia de las estatinas, empleadas para bajar los niveles de colesterol en sangre. La primera molécula fue lanzada al mercado en 1987 y desde entonces cinco versiones de la misma han sido comercializadas con precios cada vez más elevados pero sin evidente mejora. Conforme iban venciendo las patentes, las compañías han ido lanzando nuevas estatinas con ligeras modificaciones que, asociadas a grandes campañas de marketing, mantenían el alto nivel de beneficios. Como comenta Dr. Sharon Levine, director ejecutivo de Kaiser Permanente Medical Group, “Si soy un productor y puedo cambiar una molécula para conseguir otros 20 años de patente, convencer a médicos para que la receten y a pacientes para que la demanden, (…) por qué voy a invertir mi dinero en proyectos mucho más inciertos con nuevas moléculas?”.
Todavía en este punto se podría razonar que si ese 75% de fármacos redundantes proporciona los beneficios económicos suficientes para financiar los medicamentos realmente importantes, hasta cierto punto se justificaría todo lo anterior. Aunque parece que esto tampoco es cierto. Marcia Angell, profesora de Salud Pública de la Universidad de Harvard y editora durante 20 años de New England Journal of Medicine, la revista médica de mayor impacto junto a The Lancet, pone en duda el carácter innovador de la industria: “Por increíble que parezca, sólo unas pocas drogas importantes han aparecido en el mercado en los últimos años, y estas provenían en su mayoría de investigaciones realizadas en instituciones académicas, pequeñas compañías biotecnológicas, o de centros públicos de investigación como el NIH (National Institutes of Health) en Estados Unidos” [3]. Esto es así en la práctica totalidad de los medicamentos para enfermedades graves como cáncer o SIDA.
En la misma línea argumental, J.Drews, ex investigadora de Hoffmann LaRoche, afirma: “La industria farmacéutica está sustituyendo su antigua organización investigadora por un montaje técnico (…) totalmente incapaz de desarrollar nuevas ideas o conceptos. Las divisiones de investigación de los grandes laboratorios han dejado de ser autónomas y ya no pueden autogestionarse. Están dirigidas por juristas, financieros, vendedores y gerentes comerciales incapaces de imaginar el futuro si no es como sucesión lineal de los desarrollos ya existentes (…) La industria farmacéutica ha creado unas condiciones que eliminan la originalidad, la creatividad y la libertad y favorecen el consenso, la imitación, la sumisión y el espíritu repetitivo”[4].
En próximos artículos revisaremos algunos de los paradigmas del mercado farmacéutico: la relación entre la industria y los profesionales de la salud, el fenómeno de la promoción de enfermedades y la posición de las agencias reguladoras en el control de los abusos de la industria.
Referencias:
1. Martín Moreno, S. 2001. Ética de la prescripción. Conflictos del médico con el paciente, la entidad gestora y la industria farmacéutica. Medicina Clínica Vol.116 Núm. 8 http://www.doyma.es/revistas/ctl_servlet?_f=7216&articuloid=15291
2. Angell, M. 2004. The truth about drug companies. New York Review of Books. http://www.nybooks.com/articles/archives/2004/jul/15/the-truth-about-the-drug-companies/
3. Angell, M. 2007. Health policy, pharmacy and pharmacology talks at Winsconsin School of Medicine and Public Health. http://videos.med.wisc.edu/videoInfo.php?videoid=940/
4. Drews, J. 2006. In quest of tomorrow´s medicines. Springer: New York. p221 (citado en Forcades i Villa, T. 2006. Los crímenes de las grandes compañías farmacéuticas. Cuadernos CiJ. 2006)
Toda La Verdad Sobre La Mafia Farmaceutica
El Dr. John Virapen trabajó por 35 años de su vida en la industria farmacéutica y ahora -fuera del negocio sucio- se decidió a hablar, a contarnos Toda La Verdad Sobre La Mafia Farmaceutica: Como Se Lucran Con Nuestro Cuerpo y Las Enfermedades.“
Libro PDF sobre la industria farmaceutica de KEITH TAIT
GWEN OLSEN…..Confesiones de una Representante de la Industria Farmacéutica.
Este vídeo es una traducción y resumen de un vídeo mas largo.
Gwen Olsen, fue representante de la industria farmacéutica durante 15 años. Fué representante de ventas trabajando para los gigantes de la salud, tales como Johnson & Johnson, Bristol-Myers Squibb y Abbott Laboratories. Es autora del libro: “Confessions of an Rx Drug Pusher”
Ella disfrutó de una exitosa carrera, de ritmo rápido hasta que varias experiencias comenzaron su despertar a los peligros que acechan en cada gabinete de la medicina estadounidense.
Sus lecciones más conmovedoras, sin embargo, llegaron como víctima y superviviente a los efectos secundarios de unos medicamentos que pusieron en peligro su vida.

En su libro obra, otras cosas, denuncia el mercantilismo existente en torno a los antidepresivos y sus graves efectos secundarios.
Algo que, por desgracia, conoce de primera mano. No ya porque sepa perfectamente lo que hay detrás de su comercialización –que también- sino porque una sobrina suya se suicidó después de haber tomado antidepresivos.
http://www.gwenolsen.com/
Gracias por el post. Hay mucha información, y la examinaré a conciencia. Tal y como otras veces me quejo, ahora os doy la enhorabuena por el tratamiento del tema.
Un abrazo!
EN ZAMORA EN MERCADONA HAN ESTADO VENDIENDO SAL FLUORADA.
Te ponen desgraciadamente que se a cancelado el video por terceros yo creo que lo cancelan porque no les gusta lo que ponen no son pájaros ni nada los de Google Youtube etc
Hola Héctor, gracias por tu comentario.
Lo corrijo para que vuelva a estar disponible.
Un saludo!